Mi vida
era un constante blanco y negro
hasta
que perdiste tus caderas por Gran Vía
y le
aportaste el color más bonito jamás visto,
el de
tus ojos.
Qué
quieres que te diga,
bailar
a tu lado debería considerarse,
como
diría pablo,
de la
octava a la decimotercera maravilla mundial.
De
verdad, es probar tus besos
y que
mi cabeza se llene de versos
que
pueda escribirte,
y
decirte,
antes
de que te vayas,
quédate.
Que,
como
diría Béquer "claves tu pupila en mi pupila"
mientras
me agarras de la mano,
y
temblando,
me
prometes que volverás pronto,
para quedarte.
Ahora
cuento los días que me quedan
para
volverte a ver,
y
acabar con este monocromatismo,
también
llamado distancia.
Podemos
ser el yin
y el
yang.
O yo tu
Batman
y tú mi
Superman.
Un
perro tomando el sol
o un
gato a la luz de la luna.
Podemos
ser un infinito de posibilidades,
pero a
la hora de la verdad, sólo tú,
me
haces temblar.
-Anael.
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