martes, 1 de octubre de 2013

Vuelve cuando crezcas.

—Hola :).
—Hola. ¿Qué quieres?
—Hablar contigo ¿puedo?
—Sí, puedes. Bueno, pudiste.
—¿Cómo? No entiendo.
—No hay nada que entender, es algo lógico. Un día de repente me dices adiós, y te vas sin avisar, y yo me quedo sola, encerrada entre cuatro paredes, sin saber qué ha sido de ti, sin poder hablar contigo, ni por whats app, ni por tuenti. Sin verte la cara, sin saber cómo estás. Sin poder decirte lo mucho que te echo de menos, lo mucho que te quiero. Y de los 30 días que estuviste sin hablarme, al menos uno te podrías haber molestado en hablarme, un simple hola, pero ese hola, ya llega tarde...
—No, Claudia, quise hablarte, pero estaba muy ajetreado con los estudios. Lo siento.
—Vale, entiendo que tuvieras exámenes, yo también los tengo. Pero, no entiendo el por qué de bloquearme y eliminarme. A ver, ¿de qué te sirve? ¿Qué ganas con eso? Nada, absolutamente nada. Y ahora no vengas con tu "hola", con tu "lo siento", porque no, ahora, no sirve de nada, he pasado demasiado tiempo sin hablarte, aunque me moría por hacerlo, pero no podía. Y no voy a estar muriéndome por hablarte todos los días excepto el día en el que el señorito quiera, porque a lo mejor yo ese día no quiero hablar. Así que ya te puedes ir por donde has venido, y volver cuando madures. Y es que vamos a ver, ¿cuántos años tiene el chico del que estoy enamorada?
—Vale, adiós.
—Adiós.

-Anael

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