domingo, 28 de diciembre de 2014

No malgastes tu vida.

Miré hacia el cielo, estaba nublado. Pequeñas gotas se iban depositando en mi pelo, en mi cara. Se me nubló la vista, estaba llorando. Lloraba al son de las gotas de lluvia. La vida no tenía sentido.
Me tumbé en el césped, mientras paraba de llover, al contrario, yo, seguía llorando. Noté que alguien se acercaba hacia mi, pero no hice amago de levantarme, ¿para qué? No soy importante, no se iba a parar a verme, ni a preocuparse por mi, a nadie le importo.
O sí. Sentí como alguien se sentaba a mi lado, entonces abrí los ojos de un sobresalto. Me giré y vi una silueta de un chico moreno con ojos marrones, casi negros. Y una sonrisa peculiar, desde luego que era muy peculiar. Le saludé y el me correspondió con una sonrisa tímida. Volví a cerrar los ojos con muchísimas ganas de llorar, pero no podía llorar con él a mi lado, sería bastante incómodo. O no, ¿qué más daría? No le volveré a ver más. Volví a llenar mis ojos y mi cara de lágrimas. Él se giró al escuchar mi llanto.

-¿Qué te pasa? –preguntó el.
-Déjame, ¿quieres? –le rebatí.
-No, no quiero, me gusta ayudar a la gente.
-Yo no merezco ayuda, no merezco ni la vida.
-No digas eso, todo el mundo merece estar vivo y sobretodo una chica tan guapa como tú.
-No soy guapa y odio que la gente me mienta sobre ese tema.
-Te lo digo en serio, eres muy guapa. Con esos mechones rubios a los rayos del sol y marrones bajo la luna. Esos ojos verdes que resaltan muchísimo más ahora con las lágrimas, que no quiero decir que me guste verte llorar. Y joder, tienes una sonrisa preciosa. –Se puso rojo nada más terminar.
-¿Qué dices? Me acabas de conocer, ni siquiera sabes mi nombre. –Soné muy arisca, pero no era el momento para ponerse a ligar conmigo.
-Ya bueno, es cierto que no me sé tu nombre, pero te veo mucho por aquí, por no decirte que todas las tardes. Hoy, te he visto llorando y he decidido venir a hablarte. Ahora dime, ¿qué te pasa?
-¿Tanto te importa?
-Sí. –Se le veía decidido.
-Pues verás,  mi vida no tiene sentido. He perdido la confianza que tenía en mi misma, solamente porque he perdido la razón por la que vivía. Mi mejor amiga se ha mudado, mi peso ha aumentado  y se nota. Mi novio me ha dejado por otra. La vida es una basura. Una basura con la que quiero acabar.
-¿Esa es la razón de las cicatrices en  tus muñecas? –Preguntó.
-Sí, en parte.
-¿Y cuál es la otra parte?
-Me odio. Soy fea, gorda, insoportable, pesada, estúpida…
-¿Y quieres acabar con tu vida por eso? Hay gente que ha muerto de hambre, por enfermedades o por pobreza. Pero tú quieres acabar con tu vida porque no te gusta tu aspecto o tu forma de ser. Un poco egoísta por tu parte, ¿no crees? Yo no soy quien para decirte cómo eres, pues no me sé ni tu nombre, pero te aseguro que no estás sola, siempre que necesites a alguien, solo búscame por aquí, me llamo César.
-Yo Angy.
Y se marchó.

Estuve yendo a un psiquiatra, porque mis padres pensaron que había sido todo producto de mi imaginación. Que jocosos, en serio creen que me imaginaria a alguien que me ayude, cuando lo que menos quiero es ayuda… Inocentes.
Una mañana volví al parque donde me le encontré, y le vi, sentado en el mismo sitio que aquel día, sin pensármelo dos veces fui a sentarme a su lado. Volvimos a compartir saludos, cuando le noté los ojos brillantes, había estado llorando.
-¿Qué te pasa? –Le pregunté sin pensarlo dos veces.
-Antes de todo, que sepas que si estos meses no he venido por aquí es porque, si yo estaba mal, no podría hacer que estuvieras mejor tú.
-Vale, tranquilo. ¿Qué te ha pasado?
-Tengo leucemia, creo que debería de habértelo dicho desde el principio, pero no quería preocuparte.
-¿Q-Qué? ¿Leucemia? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en el hospital?
-Verás, muy sencillo. En el hospital, dependiendo de cómo vaya, me dejan un día para salir cada 2 semanas, lo que pasa es que he empeorado, por no decirte que he estado inconsciente 3 minutos.
-No, no puede ser. Me niego a que alguien como tú, amante de la vida, esté a punto de morir por un estúpido cáncer. Joder. Joder. No, me niego.
-Ves, a eso me refería cuando te dije que no desperdiciaras tu vida, que hay gente a punto de morir cuando es lo que menos quiere, y otra provocándose la muerte ellos solos.
-Lo siento... –No supe decir nada más.
-Tranquila, me voy a morir igual con o sin ese "Lo siento"
-¡No digas eso! Aun tienes posibilidades de vivir. –Le dije con lágrimas en los ojos.
-Vale, Angy... Me tengo que ir, tengo que estar en el hospital antes de la puesta de sol. Por favor te lo pido, sé feliz. –Se despidió dándome un beso en la mejilla.
-¡Espera! ¿En qué hospital estás? Quiero ir a visitarte.
Pero no hubo respuesta, giró la esquina y no volví a verle más.
Desde aquel día no pienso más en el suicidio, no volví a auto-lesionarme, ni tan siquiera a pensar lo inútil que soy o lo poco que valgo. Aquel chico me enseñó a mirar la vida con otros ojos, y le estaré eternamente agradecida. Esta vida la viviré como creo que a el hubiera gustado vivirla.

Hasta siempre, César.

-Anael.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Nacemos solos, y así moriremos.

¿Queréis oír algo gracioso? “Estoy contigo para siempre, lo prometo”.

Es la peor promesa que te pueden hacer, y sobre todo cuando eres una persona incrédula, que confía a la primera y tiene baja autoestima. Porque, cuando te quieres dar cuenta, ya te han olvidado, te han dejado de lado, ya les das igual a todos, y ¿qué más dará? Eres una persona más en La Tierra, insignificante. Billones de personas y ¿te crees importante para el mundo? ¡Venga ya! Si no consigues ser importante para una persona, ¿cómo lo vas a ser para mucha más gente? Tenemos ese problema, que nos creemos importantes y no lo somos para nada, somos una mota de polvo en el universo. Superadlo ya, nacemos solos y moriremos solos, no intentéis ser el centro del mundo y tener a miles a vuestro lado, porque cuando menos os lo esperéis, os dejarán de lado, y lo dicho, moriréis solos.


Algo más gracioso aun es aquellas personas que dicen que alguien es el amor de su vida cuando ni si quiera llevan 1 año saliendo, cuando ni siquiera sabrán los que es el amor, ni lo que se siente al estar enamorado. El amor, otra gran mentira, ¿os lo creéis de verdad? Lo siento por vosotros, avisadme cuando os deis de bruces con la verdad.

Todos vosotros que prometéis cosas cuando no tenéis intención de cumplirla, os doy un consejo, simplemente no prometáis algo que sabéis que va a ser imposible de cumplir, básicamente porque no sabéis el daño que podéis causar a la persona a la que se lo habíais prometido. Puede que le dé igual. También puede que le haga sentirse insignificante a cuenta de esa promesa. No sé, yo me lo pensaría dos veces.

-Anael

jueves, 18 de septiembre de 2014

La peor droga no contiene nicotina.

Ella ha vuelto a caer, vuelve a sentirse rota, vacía, sin ningún motivo por el que seguir adelante, vuelve a tirar la toalla.
Se acerca a su estuche y desenrosca la cuchilla del sacapuntas. Ya no le sirven las mariposas, necesita sentir el filo en su piel de nuevo, necesita dejar sus pensamientos aparte. Suena Little Things de fondo, pero ella no hace caso a la música, y clava el frío metal en su piel. Pequeñas gotas de sangre corren por su brazo, haciendo que su dolor interno se olvide por completo, y se centre únicamente en el dolor de su muñeca.
Acabó tendida en su cama destrozándose la garganta, porque le había prometido a sus seres más queridos que no volvería a hacerlo, pero ella no sabía que esto era como una droga, que una vez que entras, ya no puedes salir, y si consigues salir, recaerás.
-Anael

miércoles, 5 de febrero de 2014

Society kills me.

Hola, me llamo Irene y tengo 15 años. Llevo desde los 10 años sufriendo bullying. Las chicas de mi colegio se ríen de mí, a lo mejor es porque no soy tan guapa como ellas, o porque  no me he desarrollado lo suficiente, o simplemente, porque no tengo ninguna amiga, no lo sé.
Bueno, sí tengo una amiga, se llama María, creo que es la única que me ayuda y que me escucha, que me apoya y que me regaña cuando meto la pata. Aunque, sólo somos amigas fuera del colegio, dentro de él dice que se siente extraña, que prefiere irse con sus otras amigas, y en verdad la comprendo, yo tampoco querría estar conmigo, también me avergonzaría de ello, ya que soy una chica fea, gorda, inútil y sobre todo insoportable.
El otro día saliendo de la biblioteca me encontré a María con sus amigas, fui a saludarla, pero una de sus amigas empezó a reírse de mí, cuando de repente estaba medio colegio haciéndolo. María incluida. Se me inundaron los ojos. Se me partió el corazón. ¿Qué he hecho? ¿Qué les había hecho? Empezaron a tirarme los libros y a darles patadas como si no hubiera un mañana. Salí de allí corriendo, llorando a más no poder, topándome de narices con Sonia, la mediadora del colegio, empezó a preguntarme que me ocurría, pero no quería hablar con nadie, solo quería irme a casa, encerrarme en mi habitación. Y llorar. Romperme las cuerdas vocales. Poner la música a tope y que no se me escuche gritar.
Está sonando «Be alright» de Justin Bieber.
"I love you, everythings gonna be alright..." cuando de repente...
–Toc, toc, toc. — dice una voz familiar desde el otro lado de la puerta.
–No pases papá. — dije intentando que no se notase que estaba llorando.
–Sabes que voy a pasar, ¿no? — dice entrando por la puerta. — ¡¿Qué te pasa?!
–Nada papá, sólo estoy cansada, vete por favor, te lo pido en serio.
–Te ha dejado el novio ¿o qué? — dice con un tono bromista.
–¡Papá! Sabes que odio esa bromita. Vete.
–Vale... Luego hablamos. – Y me besa en la frente.
Sale de la habitación y continúo llorando. Pasan dos horas y grita mi madre "¡A cenaaar!". Me toca charla, pensé. Pero no. No me sacaron el tema durante toda la noche. Me pareció muy extraño que no me preguntasen nada, pero menos mal. Desde luego que no les iba a decir la verdad.
"I came in like a wrecking ball..." era el despertador de las 8:35, me había dormido. Llegaba tarde. ¡Mierda!
Me vestí rápidamente, cogiendo un plátano para ir desayunando por el camino. En cuanto me terminé de vestir salí corriendo de casa lo más rápido que pude, pero... ¡Joder! Se me había olvidado cambiarme de zapatos, llevaba los de andar por casa, hoy tocaba día de risas. 
–Qué bien... – susurré con un tono irónico.
Llego al colegio y, vaya, ya hay risas por el pasillo. Odio el colegio. Odio mi vida. Odio todo.
–Perdón Mónica, llego tarde. — digo abriendo la puerta.
–Pasa, anda…
–JAJAJAJAJAJAJAJA va en zapatillas de andar por casa. — comenta Óscar, ya empezamos.
Aguanto las clases como puedo, pensando en las horas que me quedan para llegar a casa. Ya era la última hora, estaba en alemán, odio el alemán con todo mi corazón, pero debía de ir. *Riiiing* suena por todo el pasillo, por fin, pensaba que me moriría ahí dentro, que larga se me hizo aquella clase. Ya estaba yendo hacia casa, por fin podría poner mi música y desahogarse. Llegué y puse “A mi yo de ayer” de Rayden, el día se me había hecho eterno, pero por fin estaba en mi habitación. Se me vino un pensamiento a la cabeza. ¿Y si volviese a cortarme? No...; Ya tenía muchas cicatrices. No quería más...
3 Meses después el diario local publica lo siguiente:
Una chica de 15 años es hallada muerta en el suelo de su habitación con una  carta suicida en el bolsillo de su pantalón que dice así:
«Hola papás, ¿qué tal estáis? Supongo que mal, que esto os habrá llegado por sorpresa, ya que sois tan tontos, que no os habéis dado cuenta de que realmente lo estaba pasando mal, papis, os quiero, pero sufría bullying desde los 10 años, y llevo cortándome las venas más de 3 años, paré 6 meses, pero seguí y seguí, intentando matarme, pero no lo conseguí, así que pensé que si me hacia un corte en la yugular me moriría, y si estáis leyendo esto es que ha funcionado, ya era mi hora. Lo siento, pero tenía que hacerlo. Dadle las gracias a todos mis queridos compañeros, pero en especial a María. Os quiero papis.»
Y este es el efecto que causa la sociedad hoy en día, que son muy graciosos, hasta que todo se acaba, hasta que provocan la muerte de alguien.

Al día siguiente, en su entierro, estaba María, pues en realidad ella la valoraba muchísimo, pero por miedo a que sus compañeros se riesen de ella también, la dejó de lado. Y es que no sabe que para Irene ella era la única, y que si ella le fallaba, todo se desmoronaría.
-Anael.

miércoles, 1 de enero de 2014

De las que...

Soy una chica extrovertida, que intenta que todos estén felices, aunque ni siquiera yo lo esté, 
según las modas: diferente,
de esas que tienen la habitación llena de posters, libros y discos varios, y aún piensan que necesitan más.

De esas pocas personas que le tienen fobia a los perros y que tienen que cruzarse de acera cuando ven uno.

De las que odian los exámenes porque piensan que no demuestran la inteligencia total de los estudiantes, que piensan que nos están educando para ser esclavos de la sociedad, sin opinión ni principios propios.

Soy de esas personas que no piensan lo que dicen, y se llevan las manos a la boca justo después de acabar la última palabra.
De ese 1% de adolescentes que prefieren ir a recitales de poesía antes que acabar borracha en un parque.
De -por suerte- esa mayoría de gente que está en contra de la tauromaquia, que no le encuentran el sentido a clavarle astas a un animal porque es "cultura española".

De las que creen en el amor y se enamoran de personas, no de imágenes, que no tienen un prototipo de chico o chica.
De las que han aprendido a quererse con el paso de los años y que ahora mismo, se ama más que cualquiera, que no necesita el amor de nadie teniendo el suyo propio. Pero a la vez, valoran suficiente la amistad, ya que cada vez que se enfada con alguien es ella quien acaba cediendo por miedo a perder sus unicos apoyos.

Soy de esas chicas que mantienen conversaciones consigo mismas, de las que cantan y bailan como locas delante del espejo, a pesar de que no sepa hacer ninguna de las dos cosas de forma decente.
Suficientemente adulta como para salir hasta tarde pero muy niña para encargarse de nada serio, coño, sigo durmiendo con mi peluche de cuando era una enana.


Si después de todo quieres saludarme, hazlo con un abrazo, porque odio que me saluden con dos besos.

Atentamente; la chica del después.


-Anael