Que alguien le diga a tu corazón que deje de romperse,
que no merece la pena seguir sufriendo por algo que ya no existe.
Que sí, que recuerdas su sonrisa a la perfección.
En cambio él, sólo recuerda tus ojos azules, más cielo aún mientras llovías.
Esos ojos de medusa, que podrían petrificar a cualquiera que los mirase.
Pero qué importa, si el único recuerdo suyo yace aquí, hecho cenizas.
Por cierto, sigues sin aprender a mentir, te sigue doliendo.
Como todo lo que te ha hecho sonreír, y se ha evaporado, según te iba conociendo.
-Anael.
Pulchrissima verba, sed tristia.
ResponderEliminarPulchrissima verba, sed tristia.
ResponderEliminar