Te espero donde siempre,
con el abrazo de bienvenida
de a quien hace años que no miro.
Bailando recuerdo
cómo sonreías al escuchar tu canción
que hiciste nuestra,
en una sola mirada.
Cómo llorabas al asomarte por la ventana
y verlo todo verde,
porque eres tú.
Eres verde,
como la sangre que recorre las copas de los árboles,
que dan sombra a nuestra ciudad,
como la vida que crece a nuestros pies
recordándonos que aún hay algo por lo que merece la pena luchar.
Porque esos pequeños charcos que nacen en tus párpados
más que nublarte la vista,
te permiten ver con claridad
que todo lo negro acabará brillando,
que cuanto más oscura sea la noche más iluminarán tus estrellas.
Haberte anclado en la esquina de ese sofá
negándote lo evidente
solo ha logrado retrasar este momento de libertad,
donde lo que importa es la altura del vuelo
y la velocidad de tus alas.
Anael
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